domingo, 25 de octubre de 2009

Los Chinitos de la Suerte



Si algo podría definirnos en aquella época, era lo enormemente influenciables que éramos. Casi cualquier moda, cualquier movimiento, cualquier anuncio nos marcaba como un hierro incandescente.

Entre las mil y una chorradas comerciales, había una que marcaba a niños y niñas por igual.

Estos eran los chinitos de la suerte. Un pequeñisimo trozo de madera, casi con la cantidad que se harían 2 palillos para los dientes, con un poco de pintura y una fina capa de barniz, atravesados con un agujero donde pasaba un ridículo hilo.
Dependiendo del color de dicho ridículo chinito, nos daba un tipo de suerte diferente. Así el rojo nos hacía poderoso en el amor, el violeta nos otorgaba sabiduría, el azul suerte en los estudios y el trabajo, el celeste salud, etc.

La mayoría de nosotros los colgábamos de la hebilla del reloj o en las cremalleras y el que más tenía era el más chachi.
Yo llegué a tener dos chinitos, pero recuerdo de gente que los tenía de todos los colores haciendo alarde de una amorfa y saturada pulsera de chinitos que rebotaban sonoramente entre ellos.

Como todo lo pasado, ahora tener uno de esos chinitos en propiedad es de lo más "COOL" y promete estar de nuevo de moda. Por lo que buscando y buscando por esos sitios perdidos de Internet encontré esta web: http://www.chinitosuerte.com/ con los chinitos de la suerte originales y no las mil copias baratas que he visto por ahí.

sábado, 5 de septiembre de 2009

Comando G

Uno de mis recuerdos más marcados, era en mi 6º cumpleaños. Recuerdo en mi casa las botellas de Coca-cola, Seven-up y Mirinda, las palomitas, los medios bocadillos de jamón y queso, chorizo y foie gras Tulip (que era el único que había por esa época) y las papas fritas.
Recuerdo encender la tele, ahí por las 5 de la tarde y de repente escuchar la atronadora melodía de Comando G. Como en esa época mi afición por los superhéroes era desmesurada, ver 5 tíos disfrazados de pájaro, con una nave espacial y superpoderes me dejó hipnotizado. La trama era cuanto menos enganchante para un niño de mi edad, sentando la fórmula de los Bioman o Powers Rangers que tantas series han sacado hoy en día. Se basaba en 5 chicos adolescentes, de nombre Mark, Jason, Tiny, Keyop y Princesa, que trabajaban para una organización gubernamental secreta a las órdenes del Profesor Anderson para destruir los malvados planes de Soltar, que como no, planea apoderarse del mundo.
Para ello, estos jóvenes aguerridos, enseñan su reloj ultramoderno y dicen la palabra: "¡¡mutación!!". Transformandose así en el Comando G, uno con el traje de águila, otro de cóndor, otro de buho, golondrina y cisne.
Uno de los momentos estelares de la serie era cuando entraban en la nave "Phoenix" y luchaban contra un monstruo gigante, cuando todo parecía que iba a ir mal, tocaban ciertos botones de la nave espacial y entraban en modo "Phoenix en llamas", transformándose la nave en un ave phonix de fuego y destrozando todo lo que tocaba.
Además habían momento simpáticos, como el de "¡¡Huracán!!". Esta formación se realizaba haciendo una torre humana tipo "los castells" de Valencia, después giraban sobre si mismos y hacían un enorme torbellino.
Al parece están haciendo una película de animación de Comando G que saldrá para el próximo año, quizás con su verdadero nombre (Gatchaman), algo que será simpático de ver y espero que no me de vergüenza ajena, como la mayoría de cosas que me flipaban cuando era niño.




lunes, 31 de agosto de 2009

Cigarros de Popeye

Cuando íbamos al cine de las 4:00 PM, mi padre me dejaba la desorbitante cantidad de 100 pesetas (0,60 €) para la entrada del cine, palomitas y diversas golosinas.
Con ese dinero pagaba la entrada 50 ptas, compraba un paquete de palomitas (25 ptas) y me sobraba para comprar algunas golosinas más en los carritos.
Normalmente comprábamos algún chupete Kojak, algún paquete de gusanitos, tarzanitos, caramelos de cristal, moras, regalices rojos o algún chicle Boomer.
Siempre nos quedábamos con las ganas de comprarnos los cigarros de chocolate pues eran demasiado caros, por lo que optábamos por la opción más barata, "los cigarros de Popeye".
Los cigarros de Popeye venían en una cajita de cartón roja con la cara de Popeye en la parte frontal. Posteriormente también recuerdo ver otra versión de estos cigarros con las caras de "El Gordo y el Flaco".
En su interior habían una barritas blancas cilíndricas (como un cigarrillo) pequeñas, finísimas y rígidas. La punta estaba pintada de rojo con un colorante el cual no me atrevería a afirmar que fuera natural.
Recuerdo el sabor dulce y crujiente, totalmente peculiar el cual no puedo asociar a ninguna golosina conocida hoy en día.
Misteriosamente estos deliciosos cigarros desaparecieron de la faz de la tierra e incluso de la mente de la mayoría.
Posteriormente encontré otros cigarros similares, pero el sabor no tenía nada que ver.
Me encantaría volver a encontrarlos y disfrutar de nuevo su original sabor, pero sobre todo, para satisfacer mi curiosidad y cotejar el recuerdo con la realidad.

viernes, 28 de agosto de 2009

Cholas de esqueleto

Antes de las cholas Reef, de los buggies, incluso antes de las bermudas, cuando eramos muy niños todos llevábamos bañadores cortos (que hoy están de moda otra vez) a la playa, junto con una toalla de Seven Up (bueno que llevaba nuestra madre), nada de protector solar (en cualquier caso aceite o crema bronceadora que se ponía nuestra madre y que nosotros odiábamos) y sobre todo nuestras cholas de esqueleto.
Las cholas de esqueleto eran la última maravilla de la aerodinámica. Diseñadas especialmente para bañarnos sin tener que quitarnos el calzado eran especialmente útiles si íbamos a una playa de pedruzcos o con simpáticos erizos escondidos por doquier.
Simpático era el resultado de ver nuestros pies, una vez quitado tan peculiar zapato, y como el resto de nuestro cuerpo lucía un global moreno y nuestros pies tenían un tono más blanquecino salpicado con una líneas más oscuras.
Realizadas en un 95% plástico transparente auténtico y 5% de metal (la hebilla) no recuerdo ver a ningún niño sin estas cholas en la playa.
Posteriormente se realizaron en diferentes colores: rojo, azul, amarillo, verde y todas transparentes.
Como todo lo Ochentero seguramente volverán a estar de moda, si no lo están ya estás útiles "cholas de esqueleto".

Empieza Viejuno Viejuno


Empiezo este nuevo blog, el cual espero dure un poco más que los demás, para recopilar y encontrar cosas del pasado, cosas que me marcaron de niño con una televisión totalmente consumista. Justo después de la Constitución, cuando se iniciaba el Estatuto de Autonomía Canario, todos esos rollos que de pequeño nunca entendí y que verdaderamente no me interesaban. Sólo me interesaba jugar, las golosinas, los primeros ordenadores, los dibujos animados, los juguetes electrónicos y los superheroes.
¡Qué tiempos aquellos! ¿Mejores? No lo creo, eran tiempos muy plásticos.
Pero sí recordados con algo de nostalgia.